Este rotundo título CUANDO MENOS LO ESPERAMOS [XXXX], pone broche final a una trilogía desgarradora en la que concurren sentimiento, pasión, entrega... y un delirio protagonizado por el propio autor que ve, e incluso siente, como se desvanece la relación con el gran amor de su vida. Comienza recordando desde la primera página de este magistral poemario que «si el amor no se cuida, se pierde», en una clara alusión a su propio fracaso. La cruel dedicatoria no deja ningún atisbo de duda y exhibe el lado más íntimo y frágil de su impotencia: «Dedicado a ti, que sin tocarme sabes cerrar heridas" posiblemente la misma que Marín no esconde en su poemarios al reconocer que «el poeta disparó un verso... y murió el amor».
Si hay un poemario, en la dilatada trayectoria de Fernando Marín, que exalta con suma perfección y delicadeza sus sentimientos hacia la persona que ha marcado realmente su vida, puede ser este. En el se conjugan la desolación y un encarnizado afán por sobrevivir ante el fracaso de quien sabe que ha cometido errores. La idílica relación que comienza con un PACTO [2019] termina por convertirse en una tormentosa realidad de quien se sabe impotente y fracasado en su empeño por curar heridas LABIOS PARA UNA HERIDA [2020]; las mismas que el protagonista va provocando, aún sin querer dañar, en el corazón de su amada.
La declaración de sentimientos, el reconocimiento de sus propios errores y su manifiesta incapacidad de sobreponerse a las derrotas, provocan en el autor un agotamiento tal que le hace caer una y otra vez en su propio abismo de soledad y distanciamiento. Fruto, tal vez, de no querer renunciar a un amor vivido con tanta intensidad que suponía eterno y para siempre, lo que provoca en Marín un deseo de recluirse y permanecer alejado del mundo una vez que ha experimentado su propia fragilidad.